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José María Andrés Sierra

Agricultor de segunda.

Agricultor de segunda.

 

Como no soy un “personaje público” ni “alguien famoso”, no he tenido, hasta ahora, la oportunidad de poder contestar a la recurrente y manida pregunta que suelen hacer muchos periodistas, casi siempre para acabar una entrevista: “¿Qué hubiera sido usted de no haber sido… famoso futbolista?”, por ejemplo (otra pregunta no menos sobada es la de las tres cosas y la isla desierta). Bien, como no he tenido la oportunidad de contestársela a nadie, aprovecho la oportunidad que me ofrece este blog para hacerlo y sentirme importante: “agricultor”. Que nadie vea en esta respuesta ni un ápice de modestia. En absoluto. Por mi gusto hubiera preferido aspirar y llegar a ser miembro de un conjunto musical (por ejemplo) tan famoso como los Beatles, pero debo reconocer que me manejo mejor arando, cosechando, entre tractores y maquinaria agrícola de cualquier tipo de lo que lo haría cantando sobre un escenario ante miles y miles de apasionados espectadores y espectadoras.

Bromas aparte, me siento muy orgulloso de descender de agricultores y de tener un hermano que ha continuado con la tradición y el oficio familiares. También llevo muy a gala haber practicado, y no sólo accidentalmente, todas las tareas del campo: desde arar con mulos, utilizar la azada y segar con hoz y dalla hasta arar y manejar los modernos tractores, empacadoras y cosechadoras. Hasta hace muy poco ayudaba a mi hermano habitualmente en todas estas tareas, pero actualmente me he “prejubilado” de esos menesteres y únicamente mantengo un huerto en el que he plantado, con la ayuda de mis hijos, una docena de árboles (manzanos, cerezos, perales, melocotoneros…) y una veintena de parras. Apenas tienen cinco años y ya hemos probado el fruto de casi todos ellos. La naturaleza es así de agradecida.

¡Salud para todos y todas! ¡Ah!, y a la pregunta de las tres cosas y la isla puedo contestar otro día si procede y se me permite.

Nota: La fotografía y el texto escrito sobre ella son de mi buen y querido amigo Pascual Granada, médico, que me la hizo cuando me dirigía a regar mi huerto.

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