Sobre el transvase del Ebro y los políticos aragoneses del PP.
En las recientes manifestaciones en contra del transvase del Ebro, ha podido constatarse que unas 500.000 personas de Aragón han expresado públicamente su rechazo a ese plan. Sin echar mano de otras consideraciones que podrían rebajar, pero también aumentar esa cantidad (es evidente que en las distintas muestras de rechazo, "son" todos y todas los que "han estado", pero ¿"han estado" todas y todos los que "son"?) y atendiendo únicamente a las cifras por todos conocidas, pueden sacarse conclusiones preocupantes o, al menos, desalentadoras. Aragón tiene un censo electoral que ronda el millón de personas. Teniendo en cuenta que el P.P. fue el partido más votado en las últimas elecciones generales, es fácil imaginar que muchos, muchos de los votantes de esa formación política han estado presentes en estas manifestaciones mostrando su rechazo al mal llamado P.H.N. Y son precisamente los políticos de ese partido, el P.P., los únicos políticos (y casi ciudadanos) que, o bien desaparecen en las catacumbas en cuanto se vislumbra cualquier atisbo de manifestación de rechazo, o mantienen una inexplicable postura a favor del transvase, acatando las directrices de un(os) jefe(s) de Madrid que ha(n) cambiado el diálogo y el consenso por los cojones para la toma de decisiones (Y ¡Vive Dios que aquí, por cojones, obedecen! Imagínese una situación similar en Cataluña, por ejemplo). ¿A qué se debe ese desprecio miserable no sólo al miedo, a las ilusiones, al sentir general, a las expectativas y al futuro de "su pueblo", sino también a la voluntad de quienes con su voto los pusieron donde están?, ¿Porque se creen más inteligentes?, ¿porque se creen en posesión de la verdad y desprecian la ignorancia ajena o porque han hecho de la política no un acto de servicio al pueblo, sino un "modus vivendi", bastante muelle y regalado por cierto en la mayoría de los casos, con el que se ganan ¡y muy bien, también por cierto! la judía?.
Señores del P.P.: Están ustedes vendiendo Aragón y su propia dignidad por unas 30 monedas o por un plato de lentejas (según los casos), ejemplos bíblicos que, por su teórica condición de buenos cristianos, conocen sin duda. Pues bien. Esas 30 moneda se las gastarán, las lentejas se les acabarán y, sin embargo, su empecinamiento, junto con el de quienes les dirigen, y su falta de escrúpulos puede costar a Aragón su ilusión y su futuro. Su dignidad, la de ustedes .... Pero, ¿qué iba yo a decir?. ¿Acaso saben ustedes lo que es eso?. Demuéstrennos que me equivoco.
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