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José María Andrés Sierra

El laberinto.

El laberinto.

Para comunicarnos utilizamos palabras que significan acciones, objetos o personas y sabemos qué queremos decir, pero muchas veces no sabemos por qué un determinado objeto, instrumento o animal se llama así y no de otra manera. Es decir, ignoramos el origen del significado de esa palabra.

            ¿Qué es un laberinto? Todos sabemos lo que es y casi todos nos hemos metido en uno de ellos en cualquiera de las ferias que hay en todas las ciudades, pero… ¿por qué se llama así, laberinto?

            Dice una leyenda que hace más de 2.500 años, en la isla de Creta, su rey, Minos y su esposa Pasifae tuvieron una desagradable sorpresa cuando nació su primer hijo ya que en vez de tener un niño o una niña normal y corriente, Pasifae dio a luz un pequeño monstruo, que luego creció, claro está, mitad hombre y mitad toro al que luego se conoció con el nombre de “Minotauro”.

            Horrorizados el rey y la reina, pero especialmente abochornado y receloso de que alguien viera a su hijo, el rey llamó al mejor de los arquitectos de Creta, un tal Dédalo, al que encargó que hiciera un gran palacio para encerrar allí a su hijo el Minotauro, palacio del que nadie debía saber entrar ni salir.

            Dédalo hizo un hermoso y enorme palacio dentro del que había infinidad de pasadizos que se entrecruzaban entre sí y volvían en todas las direcciones y del que, efectivamente, nadie podía salir si se encontraba dentro del corazón del palacio ni llegar hasta el centro del mismo si se intentaba llegar desde el exterior. A ese palacio Dédalo le puso el nombre de “Labyrinthos”, palabra de la que se deriva nuestro “laberinto”.

 

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