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José María Andrés Sierra

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El cielo, la tierra y los pobres.

El diario “El País” del 9 de abril inserta una fotografía en su página 22 en la que aparece un niño sentado junto a un rimero de sacos de carbón. El pie de foto dice: “Un niño de siete años descansa en un barrio de Kabul donde trabaja como carbonero”. Aunque me gustaría, y deseo de todo corazón que no sea así, me temo que el futuro de este niño no es muy prometedor. Me refiero a su futuro en este mundo, muchas veces maldito, que golpea con saña a los más desfavorecidos. Pero la mala estrella de esta pobre criatura no se reduce a esa miserable condición de niño carbonero de siete años. Ha tenido mala suerte de nacer en Afganistán pues si, como asegura la Iglesia Católica con su máximo mandatario a la cabeza, Benedicto XVI, la salvación eterna sólo puede alcanzarse desde el seno de la Iglesia Católica, ese pobre desgraciado tiene también escasas posibilidades de conseguir una venturosa vida eterna, pues dudo que su confesión religiosa sea la católica y las probabilidades de que lo sea en el futuro creo que también son escasas habida cuenta del lugar donde le ha tocado nacer. Mala suerte por partida doble, aunque, pensándolo bien, en lo referente a la otra vida, ¿dijo algo Jesucristo sobre creencias religiosas cuando afirmó que era más fácil que un camello atravesara el ojo de una aguja a que un rico alcanzara el Reino de los Cielos? (Lucas 18, 24-27) ¿Habrán olvidado –u obviado- Benedicto y los suyos este pasaje de la Biblia?

La palabra "prototipo".

En el artículo titulado “Las gafas prototípicas” aparecido recientemente en un periódico de tirada nacional, la periodista que firma dicho artículo lo inicia con la siguiente frase “Su nombre lo dice todo: prototype, prototipo en inglés.” (La letra cursiva es suya). ¿…? (Esto último, mío). Ignoro qué quiere decir la periodista con esta frase que no tiene explicación alguna en el resto del artículo. Si lo que quiere decir es que “prototipo” en español es “prototype” en inglés, sinceramente no es decir mucho. Aun sin saber nada en absoluto de esa lengua puede deducirse. Más grave sería si lo que pretende la periodista es decir que “prototipo” es un término castellanizado de “prototype”. Dudo que una profesional del periodismo pueda cometer un error tan mayúsculo. En cualquier caso, si lo que pretendía la autora del escrito era que lo de “prototipo” lo dijera todo realmente y el lector entendiera mejor el resto del artículo, podía haber dicho sencillamente que la palabra “prototipo” provine del adjetivo griego Πρωτος (proto = primero ) y el sustantivo τύπος (tipo = modelo, copia, imagen ). De esta manera “prototipo” o “prototype” sí que lo dicen todo.

 

Cantera de craks en el P.P.

El texto que aparece a continuación lo publicó "El Periódico de Aragón" en su sección de "El Lector". el día 2 de abril de 2009.

 

Que un partido político que tiene como presidente fundador a un ex ministro del gobierno de una dictadura sangrienta y como secretario general (y aspirante a presidente de la nación) a un ex ministro que despachó el mayor desastre ecológico de la historia de España, estando él en el gobierno, diciendo que todo se reducía a algo parecido a hilillos de plastilina. Un partido, el mismo, tiene como personajes más relevantes a nivel nacional, entre otros, a una alcaldesa que se opone a que le quiten a Franco el título de alcalde honorario de su localidad, a un ex ministro bajo cuya gestión se produjo el mayor desastre de las fuerzas armadas en tiempos de democracia, luctuoso suceso del que no admite responsabilidad alguna diciendo en ocasiones que “él pasaba por allí” y otras “que en realidad era el carpintero”, al presidente de una comunidad autónoma al que le regalan trajes por valor de más de un millón de las antiguas pesetas casi seguro que “gratis et amore”, a la presidenta de otra comunidad autónoma que ordena espiar hasta a los políticos de su mismo partido e intenta hacerse con el control de una importante entidad bancaria para, imagino, no tener que hacer cola en ventanilla, al presidente de una diputación provincial, intocable en su partido y parece ser que también por la justicia, imputado por delito fiscal, cohecho, fraude, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas, falsedad en documento y otras minucias… que un partido así sea alternativa de gobierno no da miedo: da pánico.  ¿Imagina alguien a todos estos “craks” de la política juntos en un mismo gobierno más algún que otro político del PP de infausto recuerdo, en activo, pero felizmente eclipsado? De película de terror.

 

Aguirre y Gallardón, o Gallardón y Aguirre: el don de hacer de la política el arte de la interpretación.

            Siempre he pensado que para ser político hace falta que la persona que aspira a ese estatus posea una mezcla de cualidades y esté amparado de una serie de requisitos o particularidades, concretas y esenciales, entre las que señalaría las siguientes: una cierta dosis de inteligencia (no hace falta que sea elevada, a tenor del nivel que muestran gran parte de las mentes de quienes rigen nuestros destinos); padrinos o antecedentes familiares (importantísimo); posición económica boyante (no está de más); suerte (a nadie le viene mal); cierta falta de escrúpulos (no es indispensable, pero ayuda considerablemente); altruismo y afán de hacer el bien (como el valor en la “mili”, se les supone); facilidad para el regate y agallas para el roce y el cuerpo a cuerpo (absolutamente imprescindible);  don de gentes ( necesario para los que aspiran a lo más alto); capacidad para aguantar chaparrones (inexcusable para quienes saben nadar, pero no guardar la ropa); facilidad en el arte de disfrazar la verdad (no confundir con mentir, aunque la diferencia sea pequeña); un mínimo de ambición (los que hay compensan la falta de alguna otra cualidad con un máximo de esta precisa inclinación); y… (omito otras habilidades igualmente necesarias por no cansar) unas aceptables dotes de actor. En este último aspecto, es increíble la perfección a la que han llegado las dotes interpretativas  que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón están demostrando en el culebrón que ambos llevan protagonizando tiempo ha en la escena pública. En el último episodio (la emotiva y entrañable escena en la que uno tras otra se dirigen cariñosas palabras desde los micrófonos en un acto público, es de las que hacen saltar las lágrimas hasta de las piedras) demuestran que han depurado su técnica interpretativa hasta unos límites nunca hasta ahora vistos en la vida política española.

 

El laberinto.

El laberinto.

Para comunicarnos utilizamos palabras que significan acciones, objetos o personas y sabemos qué queremos decir, pero muchas veces no sabemos por qué un determinado objeto, instrumento o animal se llama así y no de otra manera. Es decir, ignoramos el origen del significado de esa palabra.

            ¿Qué es un laberinto? Todos sabemos lo que es y casi todos nos hemos metido en uno de ellos en cualquiera de las ferias que hay en todas las ciudades, pero… ¿por qué se llama así, laberinto?

            Dice una leyenda que hace más de 2.500 años, en la isla de Creta, su rey, Minos y su esposa Pasifae tuvieron una desagradable sorpresa cuando nació su primer hijo ya que en vez de tener un niño o una niña normal y corriente, Pasifae dio a luz un pequeño monstruo, que luego creció, claro está, mitad hombre y mitad toro al que luego se conoció con el nombre de “Minotauro”.

            Horrorizados el rey y la reina, pero especialmente abochornado y receloso de que alguien viera a su hijo, el rey llamó al mejor de los arquitectos de Creta, un tal Dédalo, al que encargó que hiciera un gran palacio para encerrar allí a su hijo el Minotauro, palacio del que nadie debía saber entrar ni salir.

            Dédalo hizo un hermoso y enorme palacio dentro del que había infinidad de pasadizos que se entrecruzaban entre sí y volvían en todas las direcciones y del que, efectivamente, nadie podía salir si se encontraba dentro del corazón del palacio ni llegar hasta el centro del mismo si se intentaba llegar desde el exterior. A ese palacio Dédalo le puso el nombre de “Labyrinthos”, palabra de la que se deriva nuestro “laberinto”.

 

¡Jodidas religiones!

Nos venden humo eterno al precio de nuestra corta pero real existencia.

"El señorito."

"El señorito."

 

En los pueblos, “el señorito” siempre ha gozado de una considerable notoriedad y en las más de la ocasiones de un inmerecido prestigio. “El señorito” pertenece a una especie de clase social, idolatrada por unos y temida por otros, que ha existido siempre y sigue existiendo, por supuesto metamorfoseada y adaptada a los tiempos en los que vive y que se caracteriza por aprovechar su poder económico para, haciendo casi siempre alarde de él, imponer su voluntad sobre sus paisanos a los que suele mirar por encima del hombro de un modo o insultantemente arrogante o miserable e hipócritamente paternal. Ese pedante engreimiento, que siempre existe, varía en intensidad según los casos y el talante de “el señorito”. Otra característica de esta clase social es que su prestigio se hereda, igual que su fortuna, con una particularidad: el renombre, la influencia de que goza continúa  acompañando a sus sucesivas generaciones, aunque llegue el momento en que sólo sea ésta la capa que les cubra y dejen de heredar, junto a su renombre, dinero y bienes ya agotados o dilapidados en pasados y mejores tiempos. Pero nada es eterno en esta vida y llega un momento en que, perdido “in illo tempore” el poder económico, los paisanos van perdiendo poco a poco el respeto “al señorito” que ve cómo va disminuyendo paulatinamente su influencia sobre quienes le rodean y acaba definitivamente y en el mejor de los casos, en la indiferencia y el olvido más absolutos.

Los Estados Unidos de Norteamérica han sido hasta ahora “el señorito”, nuestro “señorito”. Nadie duda de que los norteamericanos ya no son lo que eran en materia económica (menuda les está cayendo) y yo no dudo de que pronto tampoco serán los que miren por encima del hombro ni a chinos, ni a rusos, ni a japoneses, ni a indios, ni a… Muy pronto ya no temblarán las bolsas europeas cuando estornude Wall Street y es muy posible que a nuestros hijos o a nuestros nietos no les preocupe, ni les interese lo más mínimo quién vaya a ser el próximo presidente de los Estados Unidos.

 

El velo o mejor, los velos.

No entro ni salgo en lo referente al velo de las mujeres islámicas, pero, cuando leo que la Asociación Islámica dice que “el uso del velo por la mujer es voluntario”, no dudo que haya quien así lo haga, pero también me recuerda a una época de España, no demasiado lejana, en que las mujeres también llevaban velo voluntariamente cuando iban a la iglesia, velo que luego, llegadas a una cierta edad y convertido en “pañuelo a la cabeza”, ya no se lo quitaban más que para dormir. Y lo llevaban voluntariamente. También, voluntariamente, llevaban medias (generalmente oscuras) hasta en verano y largas faldas que apenas les dejaban enseñar las pantorrillas. Y hombres y mujeres sin excepción acudían a misa, también voluntariamente, todos los domingos y “fiestas de guardar”.